El tejo es un disco de hierro de diferentes pesos y tamaños, que se va a lanzar de un lado al otro. En la época de los Muiscas (los indígenas nativos) este disco era de oro y se llamaba “Zepguagoscua”.
La cancha de tejo debe tener greda para una experiencia auténtica de juego. Algunas alternativas usan plastilina para reducir costos pero la sensación de greda en las manos es un elemento característico del tejo. En el centro de la cancha hay un aro metálico llamado «bocín» sobre el cual se ponen triángulos de papel con pólvora llamados «mechas».
En un espacio de juego, cada línea de tejo tiene dos canchas de greda (una a cada lado) para lanzar el tejo a un lado primero y luego al opuesto. La longitud de las líneas de tejo, es decir la distancia entre las dos canchas de greda es de 8 metros para mini-tejo, ideal para principiantes, o de 19.5 metros para tejo, usualmente reservado para profesionales y semi-profesionales.
El tejo es una actividad competitiva, aún cuando se juega entre amigos. Por lo tanto se deben conformar dos equipos, cada uno entre 3 o 4 personas. Todos van a lanzar del mismo lado de la línea hacia la cancha de greda del lado opuesto y se van a intercalar en el lanzamiento. Cuando todos han lanzado cruzan al otro lado de la línea, recogen sus tejos e inician nuevamente el tiro pero esta vez hacia la cancha del lado del que vinieron.
El puntaje en el tejo tiene 4 elementos: la mecha, el bocín, la moñona y la mano.
Cada partida se juega a 21 puntos en mini-tejo (a 27 puntos en tejo) y gana el equipo que primero llegue o supere ese marcador.
Un juego ancestral
El tejo nació hace más de 500 años en la ciudad de Turmequé, en la región de Boyacá. Esta actividad tiene su origen en los Muiscas, los indígenas nativos de la región de Bogotá, Cundinamarca y Boyacá, que se caracterizaban por su orfebrería deslumbrante y su dedicación a la agricultura.
Una historia de voz a voz
Los Muiscas no desarrollaron la escritura. Lo que se conoce de su cultura proviene de la antropología y de la tradición oral, generación tras generación, de las comunidades que aún existen. Su práctica del tejo, según algunos historiadores, se relacionaba con rituales religiosos para venerar a sus dioses. Otros estiman que el tejo era un mecanismo de resolución de conflictos entre tribus y que lo jugaban los caciques o líderes indígenas. Aunque no se puede determinar con exactitud, la teoría sobre su vínculo religioso usualmente es la más aceptada.
El tejo de oro
Antes de la llegada de los europeos al continente americano, el tejo se practicaba con discos de oro llamados “Zepguagoscua”. El oro era un metal venerado por los Muiscas que principalmente se usaba en actividades religiosas.
La persecución
El tejo, al igual que las demás actividades culturales de los indígenas, fue considerado pagano y por lo tanto perseguido por la Iglesia Católica y los conquistadores europeos. Es limitó su juego en las cabeceras municipales pero sobrevivió en la periferia en juegos clandestinos.
El renacer
En la época republicana, luego de la independencia del país en el siglo XIX, el tejo tuvo un renacer popular aunque en versión distinta a la original. Para ese momento, luego de la intensa campaña evangelizadora de los siglos pasados, se le había despojado su carácter sagrado y se había convertido en una actividad de entretenimiento.
Deporte nacional
En el año 2000 el Congreso de la República declaró oficialmente al tejo como deporte nacional de Colombia mediante la Ley 613 de 2000. Esta declaración además elevó al tejo como símbolo cultural. Posteriormente, en 2019, fue incluído por ley como patrimonio cultural inmaterial de la nación (Ley 1947 de 2019).